Descripción
El gobierno de una empresa, es decir, su sistema de mando a través de toda la empresa consiste en una parte muy importante en lo que llamamos el “sistema de control”. Esta expresión se usa con frecuencia de manera equívoca, en un sentido mecánico, represivo, policíaco, de obligar a que las cosas se hagan de una manera preestablecida. Nada más lejos de nuestra interpretación y del uso que hacemos de ella. En la tradición de la Harvard Business School y de otras escuelas americanas, creemos que los sistemas de control deben definirse y utilizarse como la principal herramienta de gobierno: establecimiento del propósito y los objetivos de la empresa, de los planes a corto y medio plazo para conseguirlos, y la evaluación de manera periódica de lo que se está haciendo y lo que se está consiguiendo a todos los niveles.
Defendemos que el propósito de los sistemas de control (y de las empresas en sí) es alcanzar la justicia, proporcionando al cliente un producto que le satisfaga sus necesidades a un precio razonable, con un personal bien tratado, bien pagado y que pueda desarrollarse profesionalmente, en un contexto en el que el aprendizaje en todos los sentidos y de todas las personas involucradas, es decir, empleados, clientes, proveedores, directivos, accionistas, y la sociedad en la que está integrada. Tratamos de razonarlo con rigor, pero a la vez de una manera muy pragmática, mirando siempre al mundo real de las organizaciones.