Descripción
El concepto de «triple bottom line», o triple línea de resultados se atribuye a John Elkington, un emprendedor y escritor que en 1994 hablaba del concepto de personas, planeta y beneficios (people, planet and profit). Esta asociación sobre la existencia de tres elementos estratégicos relacionados con un desarrollo sostenible es la que dio lugar con los años al acrónimo ESG (Environmental, Social and Governance), traducido al castellano en su versión menos popular «ASG» (Ambiente, Social y Gobernanza). En cualquier caso y sin ser necesario atribuir la autoría, el concepto de que existen tres cosas sobre las que se basa la sostenibilidad continúa gozando de un gran éxito hasta nuestros días, en los que la necesidad de gestionar los aspectos ESG ha estallado como el imperativo empresarial de nuestros días. Si bien esto es válido para algunos, para los más agnósticos es solamente el tema de moda de la década.
Lejos de intentar establecer un debate sobre el agnosticismo ESG, la idea inicial de editar este número de la revista perseguía dar un contexto lo más esclarecedor posible de la situación actual, y de los posibles escenarios futuros; pero principalmente es una llamada de atención a la complejidad del fenómeno: el mismo Elkington plantea en su reciente publicación Green Swans, un recall del concepto (término anglosajón de «retirar del mercado» muy frecuente en la industria automotriz), al considerarlo obsoleto. En su explicación, Elkington plantea un desafío intelectualmente mucho más complejo, que es el de entrar en una economía regenerativa. Ya nos hemos gastado el tiempo de la posibilidad de sencillamente no hacer daño, ahora tenemos que buscar salidas regenerativas para que la sostenibilidad sea posible, viable.
Esta evolución intelectual hace necesario este tipo de reflexiones y publicaciones, ya que incluso en los más altos niveles de influencia política (como las conferencias de Naciones Unidas, o el Green Deal europeo), seguimos arrastrando el principio de «no hacer un daño significativo» como si eso bastara para regenerar el daño que hoy se hace evidente en el planeta, en la distribución de la riqueza y en las dificultades para gobernar el comportamiento empresarial sobre premisas de ética e integridad; es decir, las tres variables: E, S y G